Pan y cerveza, un ritual de suicidio artístico - Libro

PUBLICACIÓN POR CARMEN BEATRIZ TOCAY / 16 DE DICIEMBRE 2019 

«Pan y cerveza» o «Esto no es una pipa» de Eduardo Halfon
«Pan y cerveza» o «Esto no es una pipa» de Eduardo Halfon (Sophos Editorial, 2017).

Los títulos de algunos libros siempre han llamado mi atención, enfatizo lo de ‘algunos’ porque hay los que guardan un significado en particular y otros que son obvios, este es el caso de Pan y cerveza o también conocido bajo el título de Esto no es una pipa, del escritor guatemalteco Eduardo Halfon. Pan y cerveza encierra una señal que se intuye en la primera página del libro, en la cual se lee un fragmento de una carta escrita por el pintor holandés Vicent Van Gogh, en la que alude que tomar como desayuno un trozo de pan seco y un vaso de cerveza es la recomendación del escritor inglés Charles Dickens, para quienes están cerca de suicidarse. Efectivamente en el primer capítulo se puede encontrar que el personaje principal, Carlos Mauricio Valenti Perrillat se ha suicidado y, que a modo de “ritual”, también en su momento cercano a la muerte había consumido dicho pan acompañado de una cerveza.

Entre los puntos álgidos se destaca la simbología de la pipa, ya que esta evoca y representa una relación de identidad entre Vicent Van Gogh y Carlos Valenti, se podría decir que es la herencia del suicidio, o bien, a modo de fátum. Además, es determinante la analogía entre estos dos personajes ya que tienen similitudes: ambos fueron pintores destacados, tenían problemas psicológicos, guardaban aires de melancolía y la forma en que se suicidaron fue la misma, un disparo en el pecho.


Epíteto de Pan y Cerveza
Epíteto contenido al inicio del libro de Halfon «Pan y cerveza» (Sophos Editorial, 2017). FUENTE: PIXABAY.

Halfon retrata con sus letras parte de la biografía de Valenti desde su niñez hacia su juventud, y su estancia en París. El escritor nos presenta una narración breve, dividida en catorce capítulos en donde logra matizar y concatenar un recorrido pictórico con los nombres de las pinturas referidos como el título de cada inicio de capítulo; dichas pinturas fueron realizadas por la mano del pintor Carlos Valenti. A su vez, Halfon se vale de una gama sorprendente de artistas de distintas ramas (escritores, músicos, pintores y escultores) para poder realizar la narración y representar cómo cada uno relata la impresión que les daba Valenti, o bien, la admiración que sentían por él. Este recurso genera que con cada detalle narrado se vaya formando la personalidad de Valenti mediante varias voces.


El brindis de Carlos Valenti.
«El brindis» de Carlos Valenti.

El contexto de la obra se basa en la Guatemala de finales del siglo XIX, durante el gobierno de José María Reyna Barrios, quien tenía como sueño convertir al país en un pequeño París, en todo caso, hacerlo atractivo a los extranjeros para que se interesaran en el mismo. Propulsor de proyectos artísticos y culturales, Reyna Barrios ante su cometido incentivó la llegada de artistas extranjeros, como el caso del escultor venezolano Santiago González. También se sabe por datos biográficos del artista, que Carlos Valenti (padre), había llegado junto a su familia a Guatemala por invitación de su amigo, el gobernante Reyna Barrios.

Es fascinante la recreación histórica y cultural que Halfon enlaza entre los primeros años siglo XX, para ser más precisa, en 1910; el autor cita a algunas figuras que conformaban la cúpula del arte moderno y que se denominaban como ‘La Generación del 10’ o ‘Generación del Cometa’. En el libro se describe a dichos integrantes de esta generación que bien pudieron ser amigos de Valenti, entre ellos: el escritor Rafael Arévalo Martínez, el pintor y escultor Rafael Yela Gunther, el pintor Carlos Mérida y el escritor Carlos Wyld Ospina. Cabe destacar la especial amistad con el poeta español Jaime Sabartés, quien logra ser un mediador del encuentro entre Valenti y Picasso.


Puente sobre el Sena de Carlos Valenti
«Puente sobre el Sena» de Carlos Valenti.

Luego de los pasajes de entorno guatemalteco, el autor describe al París de 1912, un escenario ambientado en la denominada ‘Meca del arte’ de la época, entre cafés, bares y tertulias, punto que se ameniza con la convergencia de pintores como Pablo Picasso, Kees Van Dogens, Piet Mondrian, Conrad Kickert, Diego Rivera, Angelina Bellof, Manuel Ortiz de Zárate, los músicos Ricardo Catillo y Claude Debussy, por mencionar a algunos.

Por otro lado, y no menos importante, se destaca el trabajo de datos biográficos, históricos, artísticos y culturales que fueron recabados, así como la construcción de la obra literaria con todos estos elementos, se merece un reconocimiento aparte por el arduo trabajo que Halfon, en su labor de escritor, realizó con el texto. Y entre lo que más se debiera valorar y apreciar, está la construcción del personaje de Valenti y todos los que giran en torno a él, no hay explicaciones ni indicios de ningún narrador, sino que por medio de los diálogos cada personaje nos muestra lo que está ocurriendo, estos artistas-narradores nos dibujan cada una de las escenas para que, como lectores, podamos tener una experiencia más vívida y el aporte adicional de estados de ánimo, experiencias y accesos nuevos sobre la trama construida.


Eduardo Halfon
Eduardo Halfon, Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias 2018.





CARMEN TOCAY

Comentarios