RESEÑA POR HENRY VARGAS ESTRADA / 8 DE FEBRERO 2019
Escena de la película Orgullo y Prejuicio 2005 (Stuido Canal) |
La fama o popularidad de un autor
puede afectar mucho la percepción de una lectura y generar prejuicios. El hecho
de que la obra maestra de Jane Austen se llame Orgullo y prejuicio parece
aumentar esa teoría. Y me parece bastante interesante.
Confieso que yo tuve esos prejuicios en un momento. Para mí, Jane Austen era una autora sobrevalorada que se había convertido en la paladín de los amantes de esas horribles novelas juveniles. Porque, ¿de qué otra manera puede ser valorada por gente que lee literatura sin sentido?
Ese fue un gran error. Un prejuicio por así decirlo. Lo cierto es que mi percepción era nada más que una falsedad. Es curioso, pues esta novela trata de subvertir los prejuicios y hablarnos de lo que puede pasar cuando miramos las cosas solo por su superficie. No es casualidad que Elizabeth se pase todo el libro pensando algo de Darcy cuando es todo lo contrario. Es prácticamente el punto de todo.
Ahora bien, si creo que los
lectores de novelas juveniles lo están viendo de mala manera. A ellos lo que
les gusta es el romance, pero romance es el menor de los elementos de esta
obra. Es curioso, pues esta novela quiere ser todo menos un romance y termina
siendo un estudio de las interacciones humanas y de la desinformación.
Asimismo, es una historia que usa el romance como un imán para presentarnos
ideas poderosas. Eso quiere decir que el romance es tan solo un añadido.
Y creo que funciona bien. Jane
Austen demuestra una inteligencia que solo tienen los grandes autores. De la
misma manera, ha logrado algo impresionante y que solo se limita a los
verdaderos genios: ha creado una obra que le gusta a todo el mundo. ¿Qué
daríamos todos por hacer algo así? Creo que muy pocos pueden decir eso. Es un
gran logro.
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