Afiche oficial del evento.
Un recital de poesía que puede significar la inauguración de ese casi inexistente y tan necesario diálogo, entre las distintas generaciones de poetas salvadoreños. Esa fue la sensación que dejó la lectura que se llevó a cabo el pasado miércoles 14 de agosto, en la biblioteca Alberto Camus de la Alianza Francesa de San Salvador, denominada: «La noche de Albatros III: una imprecisa fotografía de los 90’s [sic]».
El poeta Josué
Andrés Moz (organizador del evento) dando las palabras
de bienvenida al público asistente.
Evento que constituye la tercera edición de este ciclo de
lecturas poéticas que organiza de manera bimensual Josué Andrés Moz, en
coordinación con Félix Huezo, director de dicha biblioteca, con la intención de
proporcionar un espacio alternativo en un horario que permite llegar a otro
tipo de público, y donde, al mismo tiempo, poetas de distintas promociones
pueden dar a conocer su trabajo
literario.
La lectura comenzó minutos después de la 6:00 pm, con las
palabras iniciales de Andrés Moz, quién, antes de explicar la dinámica de
lectura, también expresó que el enfoque “generacional” del recital, en ningún
momento se hacía con la pretensión de generar nombres para una antología
poética; y que, a pesar de estar consciente de que estas voces aún están en el desarrollo
de su madurez poética, tienen mucho qué decir y que, por lo tanto, se torna de
carácter necesario escucharlos.
Ernesto Escobar.
De los poetas invitados, solo asistieron seis. Participaron,
según la extensión de sus textos, con cinco u ocho poemas, en los siguientes
bloques: en primer lugar: Dennis Ernesto y Jorge López; en segundo lugar: Fredy
Mejía y Nelson Alonso; en tercer lugar: Ernesto Escobar y Ana María Rivas. Por
último, en el espacio «Micrófono Abierto», Fabio Rivas y uno de los poetas más
importantes de El Salvador, Vladimir Amaya. Segmentación que brindó dinamismo
al desarrollo del recital, donde, además, fue posible disfrutar de comida, vino
y conversaciones amenas, con viejas y nuevas amistades que siempre dejan este
tipo de celebraciones en torno a la poesía.
Público asistente, donde figuran poetas como Erick Chávez
Salguero (1976) y Alberto López Serrano (1983).
El aspecto negativo de la noche fue marcado por la
ausencia de poetas de promociones mayores,
sobre todo, la de aquellos que desde sus distintos perfiles de la web 2.0, han
criticado y menospreciado el trabajo que han logrado desarrollar los poetas
nacidos en la década de los noventa, con
argumentos que sólo denotan el poco conocimiento de los nuevos procesos
creativos que surgen, en virtud de esta tan fragmentada realidad a la que todos nos enfrentamos y en la que es
imperativo fijar, desde los variados universos creativos existentes, una agenda
de trabajo con especial atención a los problemas de la época, lo cual, solo es
posible mediante el constante diálogo intergeneracional.
Por otro lado, el efecto positivo fue impuesto por el
poeta salvadoreño Vladimir Amaya (1985), quien, a pesar de no figurar como
invitado especial, participó en el espacio «Micrófono Abierto», leyendo tres
poemas de su libro inédito “Pura guasa”.
Tres anti-poemas que dejan una gran lección, no sólo para los poetas
jóvenes de El Salvador sino también para todos los poetas jóvenes y no tan
jóvenes de la región. Textos que reflejan el conocimiento que Amaya tiene,
sobre los vicios y problemas de los que adolece la poesía contemporánea
centroamericana. Y por cual, es de suma
importancia citarlos en este texto:
La sabiduría de los changuitos
Podría vestir mis palabras de ranas amarillas
Podría vestir mis palabras de ranas amarillas
y mis padres seguirían el camino del silencio
como si el sol fuera de
grafito.
He aquí,
la vasija que nunca adoré doblado de la lengua.
(El Mañana está hecho de todos los corazones
que no
despertarán este día, madre.)
¡ayyy de Darío con brandy y jaibol.
¡ayyy de Borges de ceguera y laberinto.
Tanta receta para el demonio pronunciado.
Tanto cuento para el cuento,
para un lirio verde arrojado al hormiguero.
Abiertos los aromas:
la verdad es un signo de interrogación
en las llagas de las perras y los gatos.
Y se habla de la espada, del incienso,
y es la mentira ceñida en llamas,
y es la noche ahogada por el relámpago del tiempo.
Hoy quiero ir de bombilla en bombilla por las casas
como
muriéndome en todas partes;
Que las abuelas digan que fui bueno y turrón en la
tristeza
y que si hubiera vivido la guerra sería uno de esos
héroes populares.
Tanto cuento para el cuento.
Tanta palanca y botón para al final quedarse
callado.
Pelotones de grillos en las palmeras.
Platinada, silábica y monstruosa:
Adjetivos de manga corta mal empleados.
Venerad esta Elipsis sacada de los sombreros.
Somos hombres con el alma de papel a quienes les
robaron el sombrero.
Tanto tanto
para el que nada ha hecho.
Tanto perico para el pollo y la salamandra.
Tanto mar para un mar vestido de excremento.
y ¡ayyy de Roque encachimbado.
¡ayyy de Huidobro en planeador de mineral sanguíneo.
Que la morfología se come con café sin azúcar
y solo por la
mañana.
¡Que los intestinos son barroco, por lo enrollado!
¿Será más mi nariz sustantivo que nariz al caso?
(¡Ah! que jardineros estos para los edenes que
sueño)
¿Y el acento, y la cadencia,
la relación intrínseca entre la medida, el ritmo
y viceversa?
Tanto cuento para el cuento.
Tanta barba para todos estos calvos.
Y otra vez
¡ayyy del
Neruda más gordito.
y de nuevo
¡ayyy del Vallejo más contento.
Tanta chonga para el hambriento.
Tanto puñal para el muerto entre escapularios.
Tanta palanca,
Dios mío, tanta palanca.
Tanto torniquete a los vocablos.
Que el verso.
Que el reverso.
Que el inverso.
El universo.
Mirad mis huesos rotos ahora, bisnietos de la
palabra.
Y el dictamen del forense fue:
¡Sintaxis falta de calcio!
***
La performista
Me aburre esa mujer.
Todo el día con su máscara, todo el día.
Mujer sin boca con palabra apantallante.
Frente a todos grita y se desnuda.
Se ha pegado al techo con engrudo y
recita a Shakespeare.
A la fuerza en cada ojo.
Porque así lo quiere,
porque así lo necesita.
A la fuerza en todo:
bailando,
tirándose en el suelo,
girando,
haciéndose la muerta.
A la fuerza en la luz, aunque la luz no le
quede,
hace papeles de viejitas y borrachos.
La he visto hacer sólo berrinches en La
Plaza.
Se ha pintado una vulva en la cara,
y en el vientre, la paloma del Espíritu
Santo.
Luego, toma un zapato y con él le
dispara al público.
Quema un par de diccionarios y se traga
lo que queda.
Hace poemas superficiales sobre
crisálidas y deidades,
los lee mal y llora para que lloremos.
A la fuerza en cada ojo,
a la fuerza para doler en el estómago.
A la fuerza, hasta hacernos preguntar:
«¿y esta mierda?»
y no volver a creer más en el arte
joven.
Saca una cámara
y se filma la lengua mientras de fondo
suenan “Las Hibridas” de Mendelson.
Muerde un chile para conmovernos el
alma.
Dice con tono ceremonioso: blup, belebep, simpilim.
Y sabes que está ebria.
Luego, danza despatarrada por todo el
escenario
y termina ejecutando en su flauta dulce
una estrofa del Himno Nacional.
A la fuerza en cada ojo.
A la fuerza para siempre en la garganta
–su nombre antes de la arcada
colectiva–.
Mañana hará sus esculturas con pupú de
gato
(Lo ha anunciado desde hace meses)
Y el mundo le aplaudirá, como ahora.
Por “caótica” por “rebelde” por
“contestaría”
Y cuando acabe la after party
regresará a sus días sofisticados de
niña introvertida, incomprendida,
sana, de buena familia,
y por supuesto: con el novio más
sensible.
***
En el asqueroso tiempo de los cariñositos
a la memoria de Salvador Juárez
Se ha caído en una terrible condescendencia,
Chambita.
Extraño la polémica, las diatribas entre
mis amigos.
Ahora todos se respetan de manera
hipócrita.
Se halagan entre sí
y nadie se atreve a decir la
verdad:
que nuestra puesía es pura mierda.
A nadie le interesa cuestionarse, ni
crecer, ni documentarse, ni vivir.
En la época del espectáculo
el exotismo banal gana certámenes,
(honor al poco esfuerzo).
Y luego se inventan teorías astrales
para justificar la guarrada.
Nadie señala, ni opina lo contrario.
Según nuestros más destacados gestores
culturales
se está haciendo la mejor literatura de
todos los tiempos.
“Que nuestra poesía está en buen
estado”,
dicen los doctos del
inodoro y del abrazo.
Demasiada miel en el ambiente
que las moscas no dejan ver hacia dónde
vamos.
Ya mi amigo Roger, me lo había dicho:
El
escenario está podrido
Difícil
trabajar cuando las ideas son poco inteligentes.
Muy cariñositos todos,
incluso esos poetas marginales,
antisistema, antisemita pacha, antibandera ¡qué sé yo!
Aburridos de a yarda,
demagogos del Facebook y del Twitter.
Más jodidos e insufribles, sin duda,
que esas cadenas de oración virtuales.
Todos, atrapados en lo obvio.
Nadie se pone serio, nadie se pone
sardónico.
Todos, en una tranquilidad que incomoda;
demasiado sospechosa para ser
potable.
Extraño la polémica, las diatribas entre
mis amigos.
Las puñetas con los contrarios en los
bares.
Asquerosa fiesta de la buena voluntad.
Todos con el meñique levantado
en
el peor de los beneplácitos.
Los recitales y presentaciones de
libros
ahora son un club de beneficencia.
Y me tildarán de reaccionario,
y lo pondrán en mayúsculas
y subrayado en todas las consciencias.
Ojalá y sea así,
y no vengan con su anuencia rancia a
decirme:
“¡eso es genial, hermano, eres “súper chispas!”
Y es que se ha caído
en
una terrible condescendencia, Chambita.
Mejor seguí dándole riata a los ángeles
y al diablo
hoy
donde estés,
que aquí todos buscan ser monedita de
oro en matata ajena.
y Uhmm…
San Romero no permita darnos el
beso de judas
a nosotros mismo.
-Vladimir
Amaya (Pura guasa, Inédito).
Anti-poemas con los que se deja enormes reflexiones que
probablemente serán tema de discusión entre los círculos y talleres literarios
del país y la región, y que sobre todo tienen el potencial para ser los textos
que inauguren ese diálogo intergeracional que por tantos años no ha existido
entre las distintas promociones de poetas salvadoreños.
La
certeza de lo indescifrable
Después de este recital solo queda la certeza de una fotografía de los 90’s, en la que faltan otros y tal vez sobren algunos; una fotografía al fin de cuentas, que solo con el transcurrir del tiempo se revelará con justa precisión en la memoria de todos. Lamentablemente después de esta noche en el cuarto rojo de la memoria, algo queda claro: hoy por hoy, algunos solo son intentos de Rimbaud, Baudelaire, Huidobro, o Panero. En especial aquellos que con su malditismo elaborado, y su discurso de exagerado desborde, no han comprendido que la poesía es un medio a través del cual puede alcanzarse, ese preciado lugar: el silencio.
Comentarios
Publicar un comentario