Es inevitable volver la mirada a
los viejos hábitos; es casi instintivo en los seres humanos el reflexionar
sobre su pasado. Algunos nos llenan más de sorpresa que de nostalgia; y he de decirles que este fue mi caso durante la semana. Parte de mi adolescencia y
primera edad adulta la pasé leyendo historietas, me sentí en muchas ocasiones
motivado, asqueado, intrigado y, en otras oportunidades, sereno por las historias
y personajes que cautivaron mi atención y momentos de ocio.
Principalmente porque estos
autores me traían novedad, en la forma de tratar a los personajes, de presentar
ideas y de entender la fantasía que, sencillamente, los autores latinoamericanos no
se esforzaban por llenar ante una generación de desencantados en los setenta,
la politización y denuncia de los ochenta
y la casi incomprensible experimentación de los autores de los años
cincuenta y sesenta.
Esta semana de reencuentros, de
vistazos a los viejos hábitos, quise reencontrarme con uno de los autores que
me ha parecido más... por decirlo de algún modo y, quizá, quedando corto de
palabra: intrigante.
Algo tienen los autores escoceses e irlandeses en su humor, que no deja de encantar a cada historia por
su visceralidad, mal humor y sorna para presentar la realidad que observan. De
tal caso es el autor escocés Mark Millar; quien es, quizás, el guionista de
historietas con el que tengo, para su lectura, una apreciación ambivalente.
No puedo evitar sentirme
interesado por leer los trabajos que presenta y al mismo tiempo suelo juzgarlo
por lo mal terminados que me parecen sus trabajos independientes; o lo era de
tal modo antes de leer Superior.
A mi recuento, Wanted, Kickass y The Secret Service,
tuvieron siempre inicios impresionantes, historias novedosas, juveniles, con
inicios llenos de ilusión y desarrollos en los que no podía dejar de
destornillarme de risa e insultar furtivamente al autor. Con humor
políticamente incorrecto que haría iniciar un hashtag global en estos momentos y hacer marchar a una horda de
indignados de café de Starbucks para hacer vandalismo y destrucción, como la de
Ciudad de México.
Pasa que, cuando una historia te
cautiva sueles sentir impacto, emoción y a su vez envidia. Y las
historias de Millar están cargadas de ilusión y al mismo tiempo realismo; son
humanas, pero nos recuerdan lo sencillo y preocupante que puede
ser la vida de un adolescente, la forma simplista en la que busca resolver sus
problemas con las herramientas que cuenta, el temor al castigo, las ilusiones
de un muchacho, entre otras.
Antes de continuar, quiero decir que de forma positiva, Millar no me ha decepcionado; la historia no fue nada de lo esperado, sino aún algo
mejor. Por lo antedicho, quise
encontrarme con el mismo sinsabor al final de las historias, cargadas de
maldiciones en espacios sobresaturados y
con finales brevísimos que no dejan al lector sino pensando: "estos ejecutivos de
Icon, Image, Avatar Press, Boom Studios (o la que quieras llamarle), volvieron a
recortar presupuesto" o "se quedaron cortos en ventas y van a forzar al autor a
terminar antes de tiempo". Inicié mi lectura con prejuicios y salí trasquilado.
Las historias de Millar me habían parecido buenas sí, pero
con una fórmula recurrente que iniciaba con fuerza, perturbaba al lector en el
medio y concluía abruptamente; dejando al espectador a la espera de ese gran
final.
Tal fue mi caso que, con la edad
que tengo, tomé a lectura uno de sus textos independientes que no había tenido
oportunidad de leer, Superior; guionizado
por Millar y dibujado por Leinil Yu; ¿salió a penas qué, nueve años?
¿Qué obtenemos de leer una obra con
esa antigüedad, en una industria que produce material de lectura de tiraje
quincenal o mensual? Pues nos da indicios, al
compararlo, de que muchas de las temáticas, humor, ideas circulantes, compañías,
autores y personajes han cambiado, y no precisamente para mejorar.
Aunque en esta reseña haré una
comparación muy evidente entre Superior y la historia de Superman, es porque
precisamente esa es la intencionalidad del autor y lo deja claro con ciertas
frases de la historia y la dedicatoria al final. Es un trabajo producido por
Icon Comics y no por DC, por lo que, aunque Millar lo hubiese deseado, no le
sería posible utilizar al personaje sin la autorización de la compañía y
ciñéndose a características definitivas de lo que la marca Superman conlleva
(historia para otra reseña sin duda).
El comic Superior es visualmente atractivo, presentan cuadros de lectura
relajados, con escenas que en su mayoría ocurren entre tarde y noche; no
compite lo visual contra el guion y es evidente la complementariedad de ideas
entre el dibujante y guionista.
Superior, tan parecido a un
Superman (en palabras de Millar), pero con el traje de Santa Claus, es el mismo
arquetipo del boy scout americano,
que defiende la verdad, la justicia y el modo americano, pero con otra piel y
nombre. Vamos a decir que se trata no de Superman, aunque al igual que este
tiene por principio no matar a sus enemigos.
No da para más, en sus siete Issues abarca la historia completa; es un recuento parcial por la
vida de Superman (la historieta en los distintos títulos que ha tenido) y no el
personaje, su funcionalidad en el momento exacto en el que los dos muchachos
pobres estadounidenses se animaron a crear un personaje para dar confort a una
sociedad desmotivada tras el lastre de la gran depresión.
Es un todo que abarca refundiciones que van desde el Fausto de Gohete hasta What's
So Funny About Truth, Justice & the American Way? en Adventure Comics 775 escrito por Joe
Kelly y dibujado por Dought Mankhe y Lee Bermejo, incluso va más allá como otras historias aún más
antiguas y de la Edad de Oro de los cómics, como la película de Man of Steel, La historia origen de Shazam y un guiño enternecedor
a Christopher Reeve y Richard Donner al final de la historia.
Bueno lector, quizá usted no está tan acostumbrado a la
lectura de historietas, y ese debió de ser mi propósito desde un inicio: enterarle de porqué esta historia vale la pena al ser leída.
No la recomiendo para lectores menores a quince años, ya que
aún siendo una historieta de 2010, tiene algunas escenas que se ajustan más para
la “compra por lo visual", y algunas bromas inapropiadas entre personajes
que algún menor a dicha edad, aunque con la capacidad de entenderlas, no debería
de normalizarlas. En lo que resta de la historia vale la pena para continuar leyéndola.
En esencia Superior plantea el conflicto de la no gratuidad
de las cosas en la vida; y aunque su protagonista es un niño de 12 años, tiene
una de las necesidades recurrentes en el hombre moderno: el deseo de satisfacer
sus sueños y necesidades lo más pronto posible y con el menor de los costos; no
sacrificar nada, hacer que todo ocurra deus
ex máquina.
Al personaje principal le acosa el hecho de padecer
esclerosis múltiple (ahí vamos viendo la relación, no similitud a la
historia de Christopher Reeve), es un aficionado a Superior (otro avatar de
Superman) y tiene, por sobre todas las cosas un sentido de justicia y de hacer
el bien.
¿Vale la pena que se
adentre a la lectura de los cómics independientes con Superior? Yo puedo decirle
que sí, porque es una historia breve, en la que podrá reconocer muchas de las premisas
que presenta; sabrá de antemano que es la misma historia base de Superman, con algunos cambios ligeros.
Los personajes se presentan a sí mismos y no deja cabos
sueltos para preguntarse o establecer tramas que se interrelacionan.
Pero lo más importante de haber releído una historia de
2010, es que no tiene compromisos políticos o de agenda ideológica como se han
ido cargando las historietas en los años recientes; con un gusto mórbido por
promover valores minoristas o de la Escuela de Frankfurt; es una historia que
ahonda en los problemas del hombre cotidiano, que no se preocupa por si su
vecino está siendo poco representado por el mass-media, puesto que no debe
llenar el estereotipo que las historietas "incluyentes" actuales
están convirtiendo de los gustos particulares o de las minorías en tendencias a
“normalizar” (eufemismo para reconocer como ideas incuestionables).
No es otro cómic de Social
Justice Warriors, para ser breve. Más que compromisos sociales o injusticias y
aún para ser una historieta de superhéroes, el hecho de pelear contra robots o
creaturas interplanetarias es secundario; pues gira en torno de las
valoraciones de los hombres y los sacrificios a los que están dispuestos a
ofrecer.
Valorar el amor familiar, sobreponerse a las limitaciones
físicas y emocionales; entender que la vida va más allá de los reconocimientos
y aún parodiar la ineficiente acción gubernamental internacional, que requiere
de un ser de otro planeta para dar respuesta a lo nefasto que se vuelven los
conflictos políticos e ideológicos mundiales.
En la actualidad, tan empalagados del cine de superhéroes,
es momento para dar un vistazo atrás a los últimos diez años y ver que tanto se
ha desviado la industria, que tanto se ha vuelto un aparato ideológico para la
difusión de marxismo cultural o de capitalismo verde e incluyente; que tanto se
ha vuelto el brazo doctrinante y ha dejado de tocar lo que a las grandes
historias compete: hacer reflexionar al hombre sobre sus preocupaciones y
aspiraciones; motivarle aún más que cortar su alas en miras de un mundo más
inclusivo.
Superior, la historia que nos ha traído
a este lugar es breve, bien trabajada e invita al lector a ser
reflexivo. El lector adulto podrá encontrarse con las historias que le motivaban
a leer en su adolescencia a volverse un tanto más inocente, el final no deja de
ser menos que conmovedor, a un punto en el que francamente no deseo que esto se
convierta en una película y se bastar dice su propósito: contar una buena
historia por sí misma.
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