«El cadáver de Olivia Jerez fue
encontrado flotando en las cercanías del muelle de Santo Tomás de Castilla. El
asesino lo había introducido dentro de un pequeño saco rellenado con ladrillos.
Pero salió a flote a los pocos días. Un niño negro descubrió el macabro
hallazgo mientras lanzaba al mar algunos perros callejeros con las patas
amarradas. Cuando lo interrogaron, el niño no dijo a las autoridades
exactamente lo que hacía. Explicó que mientras pescaba había observado una mano
que salía de un saco que flotaba cerca de la playa de la comunidad de Las
Escobas.»
Es
así como, de una forma descarnada, Francisco Alejandro Méndez, el escritor
guatemalteco galardonado en 2017 con el Premio Nacional de Literatura Miguel
Ángel Asturias, abre su más reciente novela Saga
de Libélulas. Se trata de una obra que nos lleva a través de un viaje por todo
el istmo centroamericano en la que se involucra a una serie de personajes muy coloridos
de orígenes sencillos como los de cualquier hijo del vecino y que,
aparentemente, están destinados a caminar por el sendero correcto, pero que por
crueldades del destino o por decisión propia acaban convirtiéndose en
criminales, transformando sus vidas para siempre. Macho Penales, Tatascán
Morazambo, Chele Vara y Niño de Atocha son cuatro figuras delineadas
de forma magnífica y realista por el autor. Gracias a su capacidad para
sobresalir dentro del círculo delictivo en el que se desplazan, las vidas de
estos delincuentes llegan a entrelazarse para formar parte de Operación Libélula,
un ambicioso proyecto organizado por un grupo muy poderoso al que sólo se le
conoce como Ellos, cuyo fin es distribuir
cocaína a lo largo y ancho del territorio centroamericano. Para tal fin, los
cuatro elegidos organizan una fuga de la prisión de máxima seguridad en la que
purgan su condena, engañan a la policía fingiendo sus muertes, cambian de
identidad y posteriormente se preparan física y mentalmente para formar parte
de El Gran Tour, una competición
anual de ciclismo en la que participan deportistas del mundo entero. Es en
dicho tour en el que los ex convictos aprovecharán su tiempo fuera de la
carretera para realizar las actividades ilícitas que se les han asignado.
Portada de «Saga de libélulas» de Francisco Alejandro Méndez (Editorial Cultura, 2017).
Pero, la historia de Saga de Libélulas va mucho más allá y, paralelamente a lo que ocurre en El Gran Tour, conocemos también a un personaje mucho más humano y apartado de problemas como lo es Arturo Castillo, un escritor de novelas policíacas venido a menos que se enfrenta al peor enemigo de todo escritor: el bloqueo creativo. Por tal motivo, Arturo viaja desde Estados Unidos hasta Costa Rica con el deseo de instalarse en algún sitio tranquilo, obtener la inspiración necesaria, y así dejar que los jugos de la creatividad vuelvan a fluir en su cabeza. Desafortunadamente, al hacer escala en Guatemala para proseguir con su viaje por tierra, Arturo es víctima de un robo armado, luego le ocurre igual en El Salvador. Esto lo lleva a cruzarse con otro personaje muy importante en nuestra historia, y que ya ha formado parte de otras creaciones literarias de Francisco Alejandro Méndez: el carismático e insobornable comisario Wenceslao Pérez Chanán. Será este hombre de la ley quien se encargue del área investigativa en el país guatemalteco. Por otro lado, también conoceremos a William Guillermo Arguedas, el homólogo costarricense de Wenceslao Pérez Chanán, con quien Arturo se encontrará más adelante, pero en circunstancias muy distintas.
Saga de Libélulas posee una trama envolvente y, a través de su prosa ágil y fluida, nos permite profundizar en la realidad social que conocemos, pero que muchas veces preferimos ignorar, porque ya se ha convertido en otro elemento común de nuestro día a día. Para aquellos que hemos vivido en alguno de los países donde se desarrolla esta historia estos tópicos son bien conocidos. Es más, tan sólo con la lectura del primer párrafo, el lector puede formarse una pequeña idea de lo que encontrará a través de las siguientes páginas, y entenderá varios de estos flagelos con los que debemos lidiar. Nos guste o no, la violencia y el poco respeto por la vida humana y animal; la pobreza que se vive en muchos sectores junto con la falta de educación, y la incompetencia para resolver crímenes mostrada por muchos servidores públicos encargados de resguardar la ley, son un pan diario. Sin embargo, esta novela va más lejos todavía, al retratar otros aspectos sórdidos y negativos de nuestra sociedad como el narcotráfico, la explotación sexual, la prostitución, la drogadicción, los secuestros, la corrupción a nivel político y penitenciario, así como el abuso sexual infantil que cometen miembros de instituciones religiosas, algo que aún sigue generando controversia en la actualidad no sólo en Centroamérica sino también en diversas partes del mundo.
Saga de Libélulas posee una trama envolvente y, a través de su prosa ágil y fluida, nos permite profundizar en la realidad social que conocemos, pero que muchas veces preferimos ignorar, porque ya se ha convertido en otro elemento común de nuestro día a día. Para aquellos que hemos vivido en alguno de los países donde se desarrolla esta historia estos tópicos son bien conocidos. Es más, tan sólo con la lectura del primer párrafo, el lector puede formarse una pequeña idea de lo que encontrará a través de las siguientes páginas, y entenderá varios de estos flagelos con los que debemos lidiar. Nos guste o no, la violencia y el poco respeto por la vida humana y animal; la pobreza que se vive en muchos sectores junto con la falta de educación, y la incompetencia para resolver crímenes mostrada por muchos servidores públicos encargados de resguardar la ley, son un pan diario. Sin embargo, esta novela va más lejos todavía, al retratar otros aspectos sórdidos y negativos de nuestra sociedad como el narcotráfico, la explotación sexual, la prostitución, la drogadicción, los secuestros, la corrupción a nivel político y penitenciario, así como el abuso sexual infantil que cometen miembros de instituciones religiosas, algo que aún sigue generando controversia en la actualidad no sólo en Centroamérica sino también en diversas partes del mundo.
Francisco Alejandro Méndez, escritor guatemalteco galardonado en el 2017 con el Premio Nacional de Literatura "Miguel Ángel Asturias".
Con
el paso de los años, tanto la novela negra como la novela policíaca han ido
ganando adeptos al punto de volverse subgéneros literarios imprescindibles en
cualquier estantería, y es Francisco Alejandro Méndez quien se decide a
fusionar ambos de forma magistral en Saga
de Libélulas para que el lector explore tanto la psicología de sus héroes y
antagonistas, así como los métodos detectivescos utilizados por los emisarios
que imparten justicia para descubrir quién, dónde y cómo se hizo un crimen. A
todo ello hay que sumarle otros componentes como: la crudeza con la que se
exponen ciertos eventos, mismos que estremecerán a más de un lector; la tensión
de las persecuciones policiales; la planificación minuciosa de algunos
personajes para llevar a cabo hechos delictivos, y las atmósferas tensas que nuestros
protagonistas viven gracias a la mezcla de hechos reales y ficticios que se
ciernen a lo largo de esta historia.
Siendo
la violencia un elemento trágico que, tristemente, nos conecta con el resto de
habitantes de esta porción de tierra dentro del continente americano, es fácil
identificarse con lo que Francisco Alejandro Méndez recrea en la presente
novela. Saga de Libélulas es mucho más
que una inteligente creación literaria destinada a ser leída y comentada entre
los fanáticos del género negro/policíaco. Es una muestra ficcionalizada de la
realidad que atañe a cada ciudadano centroamericano por igual, es un recordatorio
del estado actual de nuestra sociedad, y una llamada de alerta sobre cómo esta
se ha degenerado a tal punto de sentirnos gobernados en ocasiones por el miedo,
la angustia y la incertidumbre. Como se puede leer en un espacio previo al
inicio de la obra: «Ninguno debe sentirse
incluido en esta novela porque parecería pura vanidad, pero ninguno debe
sentirse excluido pues podría considerarse una falta de atención del autor.
Muchos notarán que de una u otra manera son protagonistas de la historia, pero
quienes no hayan aparecido abiertamente no implica que no estén contenidos en
algunos de los capítulos que siguen a continuación.»
Para
aquellos que, con esta novela, han leído por primera vez a Francisco Alejandro
Méndez, es tarea primordial ponerse al día con el resto de sus obras (Completamente Inmaculada, Bestiario II y Animalicidio son algunas recomendaciones a tomar en cuenta). Para
los demás que ya hemos hurgado más a fondo en la bibliografía de este escritor
guatemalteco, quedaremos a la espera de futuras creaciones en las que seguramente
disfrutaremos de nuevas aventuras del comisario Wenceslao Pérez Chanán, así
como de otras genialidades salidas de la mente de este gran maestro de las
letras.
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