Érase una vez la
gloriosa década de los 80’s en la que el rock corría libre como el viento a tal
punto de ser un género musical amado y respetado por toda una generación rebelde,
ávida por descubrir música de calidad capaz de dejar una huella imborrable en
los años venideros. Entre aquel maremágnum repleto de vertientes tan diversas
que complacían todos los gustos, se destacó el hard rock, ese hijo primogénito del rock and roll universal fundado
por el mítico Chuck Berry en los años 50, y cuyo objetivo principal treinta
años después era el de continuar prendiendo a sus seguidores con temas
pegajosos repletos de riffs explosivos y coros memorables que se grabaran en tu
cabeza. La moda del glam causaba
furor por doquier. El maquillaje, el delineador, las melenas teñidas de rubio,
los pantalones ajustados y las chumpas de cuero conformaban la indumentaria de
los máximos exponentes del género. Figuras del calibre de Aerosmith, Europe,
Bon Jovi, Def Leppard, Mötley Crüe, Twisted Sister y Van Halen llenaban
estadios como nunca, al mismo tiempo que MTV transmitía sus videos a todas
horas. Fue por dicha época precisamente en la que hizo acto de presencia la
banda inglesa Whitesnake liderada por el excepcional David Coverdale. Su disco
homónimo -conocido en Europa como 1987-
surgió de entre las sombras para conquistar todo a su paso hasta consagrar a la
banda como una las figuras clave en la historia del rock duro y pesado.
Portada del album 1987 de Whitesnake (EMI) |
Whitesnake, pese a
que ya habían ganado para ese entonces cierto grado de notoriedad con su
anterior álbum Slide It In, aún no
eran tan ampliamente conocidos como querían. La banda ya contaba con otros
álbumes de mediano éxito en su historial, pero aún estaban lejos de hallar la
consagración en el mercado norteamericano. Coverdale, quien antes de fundar este
proyecto, había desfilado como vocalista de Deep Purple obsequiando al mundo las
obras legendarias Burn, Stormbringer y Come Taste The Band, debía dar el paso
definitivo con su próximo material, si no quería permanecer relegado a un
segundo plano debajo de todos los monstruos del género ya establecidos. Fue así
como en 1987 apareció el álbum homónimo de la banda con el cual se pretendía demostrar
que sus músicos habían dejado atrás las influencias del blues setentero y
estaban listos para emprender la aventura más ambiciosa de su carrera.
Si hay algo que separa
al álbum que nos ocupa el día de hoy del resto de obras lanzadas durante la
última sección de los 80’s, es la temática predominante a lo largo de sus 53
minutos de duración: el amor y las emociones que se desprenden de éste cuando
el ser humano lo experimenta en cada fibra de su piel. Tal es el caso de la
famosísima balada ‘Is This Love’, con letras algo acarameladas pero que te
llegan a lo más profundo de las entrañas hasta desgarrarlas. Personalmente,
este corte se ha convertido en parte del soundtrack
de mi vida, como estoy seguro que lo es de esos miles y miles de seguidores que
tiene esta “serpiente blanca”. Asimismo, David Coverdale hizo un interesante experimento
al regrabar ‘Crying In the Rain’ y ‘Here I Go Again’, dos canciones encontradas
originalmente en la placa Saints and
Sinners de 1982. El producto final en ambos casos es algo más pulido,
potente y con solos guitarreros que se ajustan a la música que estaba de moda
en el último tramo de los 80’s.
Otro de los temas que
merece ser destacado es, por ejemplo, ‘Bad Boys’, con esa ideología rebelde que
hace mella en cualquier adolescente deseoso de no ser uno más del montón, y muestra
su inconformidad ante su familia y la sociedad hasta encontrar su propio destino.
Es aquí donde la batería de Aynsley Dunbar cobra protagonismo y consigue que
tus oídos estallen. Por otro lado, tenemos ‘Give Me All Your Love’ con sus
aires comerciales, pero llenos de vida y energía, es uno de esos himnos que se
deben corear a todo pulmón en cada concierto junto a la banda sin objeción
alguna. Los solos, la armonía y la técnica que se utilizan aquí y en otras
piezas como ‘Straight to the Heart’ y la devastadora power ballad rompecorazones ‘Looking For Love’, son otra muestra
del enorme bagaje que posee este material.
David Coverdale cantante de Whitesnake |
En cuanto al rumbo
musical, como ya lo mencionara anteriormente, el blues rock fue sustituido por
un sonido más comercial con el fin de llegar a todas las radios y televisores
del globo, sin que por ello su calidad se viera comprometida. Del mismo modo
que lo hiciera Def Leppard ese mismo año con Hysteria, por ejemplo, Coverdale y compañía se volcaron de lleno a
explotar el aspecto melódico del hard
rock para forjar algo grandioso. El vocalista y líder de Whitesnake desata
su furia vocal a gran escala en ‘Still of the Night’, el tema punta de lanza
que los introduciría a un nuevo público dispuesto a recibirlos con los brazos
abiertos. Fue precisamente con ésta canción que conocí a la banda hace varios
años, gracias al disco Greatest Hits
que un compañero de trabajo me mostró, luego de darse cuenta de mi interés en
el rock ochentero. ‘Still of the Night’ me dejó en estado de fascinación debido
en parte a la versatilidad vocal de Coverdale capaz de lanzar unos agudos de
infarto a mitad de la canción, para luego llevarte inesperadamente a secciones
donde su voz se vuelve grave y reposada.
Es importante
destacar que tanto David Coverdale como John Sykes (Thin Lizzy) fueron los
principales artífices de este álbum. Como dato curioso, Sykes y otros miembros
de Whitesnake fueron despedidos de la banda antes del lanzamiento del LP debido
a que ellos querían reemplazar a Coverdale por una enfermedad que lo aquejó durante
largo tiempo. Como sea, el líder de este proyecto pronto reclutaría a otro
grupo de músicos para seguir adelante. Fue así como en los videos musicales que
se filmaron para promocionar este material, ya se podía observar a los nuevos
miembros: Adrian Vanderberg, Vivian Campbell (Dio), Rudy Sarzo (Quiet Riot,
Ozzy Osbourne) y Tommy Aldridge (Pat Travers, Gary Moore, Ozzy Osbourne). De
esta forma, una nueva era se inició para Whitesnake.
Whitesnake |
Cuando veo a alguien
conmoverse tras escuchar cualquier balada pop de Adele, James Blunt o John
Legend, suelo invitarlo con amabilidad a disfrutar de esta perla musical nacida
en la mente incansable del maestro David Coverdale, un auténtico rockstar desde la primera hasta la
última letra, que supo ser un frontman
de primer nivel en los 70’s con la máquina púrpura de Ritchie Blackmore, para luego
independizarse y mostrarnos su visión particular sobre el amor, pero no con
letras infantiloides de tinte emo o autoindulgentes
que tan comúnmente encuentras en la mayor parte de intérpretes pop/rock
contemporáneos. Al contrario, 1987,
el álbum más exitoso de Whitesnake, representa el vivo ejemplo de lo que es una
pieza musical hecha con verdadero sentimiento y poder. Esta obra representa el
amor sufrido, el anhelo por conquistar al ser amado, así como la depresión
cruda y sin maquillaje. Es tan real, que no puedes evitar que se te escape una
lágrima o que una sonrisa haga resplandecer tu rostro, dependiendo de la
canción que escuches en ese momento.
Después de su exitoso
Serpens Albus (como se le conoce al
disco en Japón), vino Slip of the Tongue,
así como varias grabaciones en vivo. El grupo se desintegraría años
después, dando paso a que David se dedicara a proyectos solistas y a colaborar
con otros genios de la música como Jimmy Page. No obstante, en 1997 la leyenda
regresaría con Restless Heart y once
años después ya de forma definitiva con Good
To Be Bad, el cual considero como la segunda parte de 1987 y la mejor forma de continuar con su inmenso legado. Hoy por
hoy, Whitesnake continúa lanzando álbumes y hace giras por todo el mundo con
otras leyendas del género. Si bien sus setlists
abarcan canciones de todo su catálogo musical, nunca dejarán fuera joyas como
‘Still of the Night’, ‘Is This Love’, ‘Here I Go Again’, ‘Crying in The Rain’ y
tantas otras que representaron el punto álgido de una banda que, desde el
principio estaba destinada para la grandeza absoluta, y no se detuvo hasta
finalmente volverse un pilar fundamental en la historia del hard rock.
Nota: Este
análisis lo hice basado en la versión europea del disco, la cual no sólo
incluye dos temas adicionales, sino también tiene una mejor distribución en sus
canciones, en mi opinión.
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