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La distancia
Apareciste, imponente y sublime
de entre mis mares de trastornos, e ideas absurdas;
desde lugares oscuros, donde moran fantasías irrealizables
y te materializaste en impertinente realidad.
Fue rápido e intenso, como un amanecer acelerado
descongelando manías pasadas, alumbrando esperanzas olvidadas;
irrigando en el alma y mi cuerpo tus delirios frenéticos,
borrando miedos obsoletos de este corazón desilusionado;
desarmando con tu simple presencia, la futilidad de un destino aciago.
Germinó entre las nubes, un dulce sabor a victoria
llovió del cielo la travesura de Dios, entrelazando caprichos desvariados,
apaciguando la ira de antiguos y obscenos reclamos
que fraguando con picardía, hicieron el chispazo más apropiado.
Supe de inmediato, al ver dibujada tu sonrisa distante,
que los sueños obtusos de antaño perderían valía,
pues despertar a tu lado, se ha convertido: en mi designio obligado,
en un porvenir osado y furtivo, indecente e insolente,
en la imagen furtiva de un encuentro muy esperado.
Fernando Archila Sazo
Ciudad de Guatemala, 33 años.
Nunca me preparé con diligencia para los sueños que mas anhelé. Nunca invertí tiempo o esfuerzo en estudios que me capacitaran como escritor. Pero el fuego del alma es difícil de apagar. El océano de palabras e ideas demanda su dosis de atención. Donde he fallado vilmente en preparación, he conquistado con simple pasión. En literatura, como en el amor, nunca gana la razón.
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