Tiempos recios, una novela de Vargas Llosa con mangos y algo más - LIBRO

RESEÑA DE LIBRO POR RODRIGO VILLALOBOS / 3 DE DICIEMBRE 2019



Las opiniones vertidas en esta columna son entera responsabilidad de su autor, y no corresponden necesariamente a la visión de la Revista.


«¿Era esa la historia que leíamos y estudiábamos? ¿Los héroes que admirábamos? ¿Un amasijo de mentiras convertidas en verdades por gigantescas conspiraciones de los poderosos contra los pobres diablos como él y como Cara de Hacha? ¿Ese circo de farsantes eran los héroes que los pueblos reverenciaban? Sentía una especie de vértigo y su cabeza parecía a punto de reventar.»-Mario Vargas Llosa, "Tiempos recios" (pág. 129).


Muchas veces abordé los libros escritos por Mario Vargas Llosa previo a que recibiera el Nobel de Literatura en 2010 por la Academia Sueca, y muchas veces más volví a esos libros luego de aquel acontecimiento. Admito también mi desdén por las publicaciones más recientes; me parecía que, desde mis breves horas de lectura en la Biblioteca Central de la Universidad de San Carlos, esas publicaciones más recientes perdían lo interesante después de veintitantas páginas, se desdibujaba lo verdaderamente literario en su prosa y que sus ensayos ya no eran una estrategia de despertar curiosidades, sino panfletos neoliberales y demás estereotipos periodísticos de menor profundidad argumental.

Me ha pasado que he esperado hasta este momento para comentar sobre Tiempos recios, porque deseaba leer y agotar el entendimiento de otros que, como yo, han terminado de leer el libro. Me gustaba la idea de comprender las críticas que otros han realizado sobre este suceso literario. Incluso participé en un par de ocasiones en clubes de lectura cuyo eje fue esta novela, pero con cierta discreción, adrede probablemente, para ver si alguien alcanzaba a ver lo mismo que yo y para sentir aprehensión de cómo la gente recibió dicho libro. Y resultó ser un experimento inusualmente grato.


Empecemos por lo curioso que hay dentro del contexto contemporáneo de la hechura de la obra, el factor editorial juega un papel importante que a menudo está muy nuboso con grandes publicaciones como esta, porque sí, esta es una publicación grandilocuente y de gran importancia a nivel americano (no solo latinoamericano). Resulta que Alfaguara ha pensado en una fecha específica para lanzar el libro, previo a la conmemoración de la Revolución de Octubre de 1944 en Guatemala, el 8 de octubre. Esto es una estrategia de la mercadotecnia. Y es que, aunque no se expresa abiertamente, un país pequeño (en extensión territorial) como el nuestro, con limitada accesibilidad económica, que vive una época políticamente convulsa día a día y de bajos índices de alfabetización, toma como relevante esta fecha, que intrínsecamente contiene la figura del Coronel Jacobo Árbenz, "El soldado del pueblo", un personaje con un peso histórico enorme; 75 años han pasado y los movimientos ideológicos de ese momento siguen teniendo repercusión en la actualidad y, eso, es provocar a quienes somos lectores asiduos, es una premisa de interés para acercarnos al texto más reciente de Vargas Llosa; así que a consumirlo puesto que parece el momento propicio.

Luego, es preciso contar la relación historia-novela que se entremezcla como médula del libro. Tiempos recios es capaz de evocar un juego de temporalidades literarias contrastantes entre sí, desde los últimos días de Ubico en el gobierno, hasta la extraña muerte de Castillo Armas y un poco más. Cronológicamente se entiende, pero lo lúdico de las voces corales en la narración, hacen del tiempo algo curioso, es un regreso al Vargas Llosa experimental y que adopta bien el uso de cajas chinas con personajes bien desarrollados. Cabe destacarse que no toda la novela ocurre en Guatemala, de hecho, la mejor secuencia de diálogos ocurre en Estados Unidos y República Dominicana, porque el ejercicio atemporal y de intriga sucede en las aristas de la política externa, algo sumamente ameno al momento de la lectura y que despierta sensibilidades, similares a las que Vargas Llosa recrea en obras como La fiesta del Chivo, Conversación en La Catedral y Travesuras de la niña mala.

Mario Vargas Llosa (28/Marzo/1936), Premio Nobel de Literatura en 2010, escritor, ensayista y periodista de origen peruano, nacionalizado español y radicado en Madrid.

Sin embargo, se trata de una ficción recreada a partir de hechos históricos reales, relaciones de poder y conspiración que tienen actantes definidos no solo por la historia misma, sino con precedentes literarios*, situación que, con seguridad, ha levantado críticas encontradas desde su aparición en librerías; es aquí donde el uso de nombres como Castillo Armas, los hermanos Dulles, Jacobo Árbenz, Arana, Abbes García, Trujillo, Nixon,  entre otros, genera susceptibilidades relacionadas a la ideología manifiesta de la diversidad de lectores. En este punto, no hay mejor forma de justificar la novela que en palabras del mismo peruano: "el uso de las licencias de la literatura". Un ejercicio que define, con conveniencia, las intenciones del autor: colocar la bandera de la democracia moderna y lo liberal a su versión de Jacobo Árbenz, un tanto ingenuo (y mudo), para destacar una "narración con libertades", argumentadas en la investigación que realizó Mario en la biblioteca de la Universidad Francisco Marroquín y demás conocidos que comparten su visión política y social, relaciones de afinidad que justifican el porqué el Nobel llama "revolucionario" al movimiento cobarde que levanta Castillo Armas y la manera en que se dirige a otras situaciones de contexto.

Me llamó la atención el matiz que le otorga al personaje de Martita Borrero, Miss Guatemala, amante de Castillo Armas, se trata de una mujer recreada a partir de hechos reales (Gloria Pons), cuyos nexos relacionan la trama principal de la obra con la intensidad histórica de los eventos que van en paralelo. Un trato que Vargas Llosa sabe explotar muy bien. Otro plano bien desarrollado de la novela reside en su uso del lenguaje, una evocación de jolgorios y lúgubres pasajes que forman una atmósfera real de la Guatemala de los años 50, tanto en lo urbano como en lo rural, un margen que delata bien la intervención de la CIA y que tiene un metalenguaje para con otros actantes, como el caso de la Legión del Caribe.

Seré sincero, hay cosas que no han terminado de gustarme, aunque así las haya releído una y otra vez, como es el caso del marcado trópico que generaliza al dibujar mangos en sus descripciones de la Plaza Central (y en otros lugares que refieren al poder adquisitivo) o el hecho de mencionar al Barrio de Gerona en zona 1 como un epicentro de lo promiscuo, incluso se da el caso de lo raro que podría ser leer que hay cierta relevancia en las noticias del Diario de Centroamérica en aquel tiempo, donde no era esa la mejor fuente de información en el país. No obstante es algo que alimenta la ficción, que a lo mejor no termina de ser peyorativo y que está presente en el texto para sugestionar nuestro gusto por el entretenimiento y la lectura, un breve espectáculo de situaciones aleatorias que tienen interés en la medida que nosotros se lo otorguemos.

Rodrigo Villalobos y Mario Vargas Llosa, durante una conferencia de finales del 2018, en las instalaciones de la Universidad Francisco Marroquín.

Claramente, es una novela y el goce estético que encierran sus 352 páginas es algo invaluable, pero es necesario remarcar que es eso, una novela, no un libro de historia. Ustedes como lectores juzgarán la obra por sí mismos (si así desean hacerlo), pero es ineludible al terminarla que, para un escritor como Vargas Llosa, hablar de un contexto latinoamericano como el de ese tiempo, con precedentes como el Generalísmo Trujillo ya novelado y sus marcadas formas de entender la realidad social que vivimos (visibles en sus columnas periodísticas), esto era inevitable. Con tantas fake news, posverdades de intelectuales orgánicos, la inmediatez mediática y demás placeres instantáneos que el mismo peruano delata en su libro La civilización del espectáculo, este libro lleva la dimensión de lo real al plano de interpretaciones por pretensión; no necesitamos a Vargas Llosa para visibilizar a nuestro país y sus descomposiciones, la mierda siempre sale a flote, pero considero que Tiempos recios aporta luces sobre cómo entendernos como sociedad, porqué estamos como estamos y, principalmente, es una invitación a investigar sobre nuestra historia para dejar de cometer los mismos errores.

*Lecturas sugeridas y empleadas para este artículo:
  • Arce, Manuel José. (2013). Árbenz, el coronel de la primavera. Guatemala: Editorial Cultura, 2013. 66 p.
  • Cruz Muñoz, Romeo. (2005). Guatemaya: su revolución y primavera. Guatemala: Editorial Piedra Santa, 2005. 831 p.
  • Galich, Manuel. (1994). Por qué lucha Guatemala : Arévalo y Arbenz dos hombres contra un imperio. Guatemala: Editorial Cultura, 1994. 381 p.
  • Gleijeses, Piero. (2008). La esperanza rota, La revolución guatemalteca y los Estados Unidos 1944-1954. Guatemala: Editorial Universitaria, 2005. 619 p.
  • Raful Tejada, Tony (2018). La rapsodia del crimen: Trujillo vs. Castillo Armas. México:  Penguin Random House, 2018. 223 p.

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