PUBLICACIÓN POR CHRISTIAN CASTAÑEDA / 30 DE MARZO 2020
A través de sus veintidós poemas (divididos a su vez en cuatro secciones), Los Nombres Ocultos resulta ser una pieza inmensamente pulida y trabajada que no se rige por métrica alguna. Aquí el autor asume con firmeza su poder de dios absoluto con el que establece un nuevo orden universal. Surge entonces “Pensando”, elemento primigenio de esa creación sin precedentes, con el que Mills desata las emociones reprimidas, la decrepitud del alma y los pensamientos más sombríos del ser humano. “Noche”, “Al final de la montaña” y “El agua se estanca” son algunas de las estrellas con más fulgor dentro de esta galaxia destinada a azotarnos la razón con su aire insolente, y donde los primeros nombres ocultos ven por fin la luz del día. La riqueza lírica se manifiesta constantemente de tal modo que es imposible leer cada texto una sola vez sin verse invadido súbitamente por la necesidad de repasar línea por línea fragmentos como el siguiente:
Gracias a su desapego a cualquier idea preconcebida, Los Nombres Ocultos ostenta la capacidad suficiente para extender sus ambiciones líricas. Es así como en ‘Dios’, la segunda parte del presente poemario, nace una nueva luz de verdades incómodas que llega a litorales inexplorados y hace enfurecer a los corazones más endebles. Sobresale precisamente esa falta de temor por parte de Mills a expresar los pensamientos de aquellos que no se abandonan a la voluntad de seres supremos e invisibles que nunca acuden al llamado de sus atormentadas legiones de fieles. Como bien lo señala el poeta de forma clara y simple en “Gusanos”: decir Dios / es tenerle miedo a la muerte / es evidente.
La poesía de Alan Mills es de aquellas que, sin importar
cuán florida y elegante sea, no llega a abrumar al lector. Sus divagaciones metafísicas
desentrañan a su manera los misterios de la carne, de la naturaleza y de la
creación. Sus versos te sumergen en hondonadas de emociones que te aíslan de
las vivencias banales, de la ordinariez humana y de las imágenes prosaicas. Los Nombres Ocultos, primera obra
poética de Mills, apareció en el 2002 y empezaría a delinear desde ese momento
su ascensión hacia la constelación de los predestinados a hacer historia.
Los
Nombres Ocultos de Alan Mills (Editorial Magna Terra, 2002).
A través de sus veintidós poemas (divididos a su vez en cuatro secciones), Los Nombres Ocultos resulta ser una pieza inmensamente pulida y trabajada que no se rige por métrica alguna. Aquí el autor asume con firmeza su poder de dios absoluto con el que establece un nuevo orden universal. Surge entonces “Pensando”, elemento primigenio de esa creación sin precedentes, con el que Mills desata las emociones reprimidas, la decrepitud del alma y los pensamientos más sombríos del ser humano. “Noche”, “Al final de la montaña” y “El agua se estanca” son algunas de las estrellas con más fulgor dentro de esta galaxia destinada a azotarnos la razón con su aire insolente, y donde los primeros nombres ocultos ven por fin la luz del día. La riqueza lírica se manifiesta constantemente de tal modo que es imposible leer cada texto una sola vez sin verse invadido súbitamente por la necesidad de repasar línea por línea fragmentos como el siguiente:
«Esa fatalidad danzante de
insectos
desova en sienes doradas por la muerte,
rasca un epitafio
con larvas que señalan
el destino de los que duermen.
El sonido de pasos
resuena al oído
de un simio cuando fuma
su propio cúmulo de derrotas;
ha hechizado con gemidos
al cangrejo,
a ese que fractura las tenazas
contra el tiempo.»
-Fragmento del poema El agua se estanca.
desova en sienes doradas por la muerte,
rasca un epitafio
con larvas que señalan
el destino de los que duermen.
El sonido de pasos
resuena al oído
de un simio cuando fuma
su propio cúmulo de derrotas;
ha hechizado con gemidos
al cangrejo,
a ese que fractura las tenazas
contra el tiempo.»
-Fragmento del poema El agua se estanca.
Gracias a su desapego a cualquier idea preconcebida, Los Nombres Ocultos ostenta la capacidad suficiente para extender sus ambiciones líricas. Es así como en ‘Dios’, la segunda parte del presente poemario, nace una nueva luz de verdades incómodas que llega a litorales inexplorados y hace enfurecer a los corazones más endebles. Sobresale precisamente esa falta de temor por parte de Mills a expresar los pensamientos de aquellos que no se abandonan a la voluntad de seres supremos e invisibles que nunca acuden al llamado de sus atormentadas legiones de fieles. Como bien lo señala el poeta de forma clara y simple en “Gusanos”: decir Dios / es tenerle miedo a la muerte / es evidente.
Alan Mills, poeta, ensayista y crítico literario guatemalteco.
Los
Nombres Ocultos tiene
la singularidad de reinventar un idioma practicado por unos y maniatado por
otros: el amor. Por lo tanto, nos toca asistir en la tercera parte de esta obra
a situaciones que van desde una mirada tímida al ser amado en el poema
“Desafío” hasta la unión de la carne en “Brebaje”. Al ser este último un acto
tan antiguo como nuestro propio mundo y tan natural como la vida misma, sigue
sorprendiendo la forma tan atlética con la que Mills hace conmocionar no sólo
la existencia de los protagonistas, sino también de cuanto los rodea. Y, es en
medio de estos rituales que el amor alcanza su punto álgido en “Terremoto”,
como el mayor indicativo de los lazos entre dos seres que ni un cataclismo es
capaz de separar:
«El suelo se agrieta,
se quiebra.
Abajo
no hay sal invasora
que marchite
las raíces.
Un claro se cuela
entre las rocas.
La intensidad leal
de las gemas impías
hace un movimiento que llama.
Pernoctamos en la falla
nuestras caderas se besan,
el Universo
tiembla y rebota.
Dos viejos bailan
en los escombros.»
se quiebra.
Abajo
no hay sal invasora
que marchite
las raíces.
Un claro se cuela
entre las rocas.
La intensidad leal
de las gemas impías
hace un movimiento que llama.
Pernoctamos en la falla
nuestras caderas se besan,
el Universo
tiembla y rebota.
Dos viejos bailan
en los escombros.»
-Poema
Terremoto.
El libro cierra con “Plurales”, la cuarta y última
sección de esta obra, en la que Mills edifica odas a figuras de la literatura
como César Vallejo y Mario Monteforte Toledo, así como Atanasio Tzul, personaje
célebre dentro de la historia guatemalteca. Del mismo modo se nos presenta la
tragedia de aquellos que, como el autor, se dedican día y noche a respirar a
través de estrofas que invitan a la reflexión constante de nuestra propia
relevancia en los anales de la historia universal.
Más que un oasis de imágenes cuidadosamente adornadas, la
primera creación de Alan Mills forma parte de ese movimiento literario nacido a
inicios del siglo XXI, el cual simboliza el policentrismo y la multiculturalidad
que nuestra sociedad actual ha adquirido con el devenir de los años. Los Nombres Ocultos es, en definitiva, una
obra atemporal que todo amante de la poesía debe tener entre sus manos sin
mayor demora porque su maravilloso laberinto de emociones y divagaciones
acabarán atrapándolo para siempre.
Otros libros del autor:
- Marca de agua (Editorial Cultura, Guatemala, 2005)
- Poemas sensibles (Editorial Praxis, México 2005)
- Síncopes (Zignos, Perú, 2007)
- Testamentofuturo (Libros Mínimos, 2007)
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