El relato de una profesora en los tiempos del coronavirus - CRÓNI/K/

COLABORACIÓN POR DAGMA PELICO ELIAS/ 23 DE JUNIO 2020 


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Recuerdo aquellos días donde se comentaba todo sobre el Covid-19; desde los salones recuerdo haber fomentado el uso de la computadora y no usar solo los teléfonos para ver tik tok; recuerdo también las risas de mis alumnos, y que seguíamos incrédulos de que el coronavirus llegaría a Guatemala.


El día más temido llegó a nuestras vidas, y la rutina cambió por completo para los alumnos, padres y maestros; nadie sabía como se iban a transformar nuestras vidas, y lo que implicaba la "educación virtual".



En todos mis años de docencia siempre he tratado de incorporar la tecnología en mis clases; muchos dirán: "Pero la clase de español es una clase donde solo se usan los libros, los cuadernos y la pluma"; Siempre me renegué de esa idea.



He trabajado en diferentes lugares, de los cuales en algunos se rehúsan al incluir la tecnología porque es un distractor; en otros lugares la tecnología solo la debe usar el maestro para proyectar sus actividades, y en otros lugares donde la cátedra es libre (como es el caso actual), el maestro puede integrar la tecnología como una herramienta pedagógica.



En mi caso la tecnología ya había sido aplicada y aprendida en clase; ¿por qué es importante recalcar esto?,  pues bien, esto es porque los alumnos ya tienen un presaber de dicho tema, y de las herramientas a utilizar. Entonces ya solo se deben integrar en las clases por lo tanto eso permite que el estudiante se desarrolle con confianza y pueda utilizar todas las herramientas, no todos, pero sí la mayoría.



En la primera semana de clases no logré impartir todo el contenido académico que tenía propuesto en mi mente, fui ilusa al imaginar que iba a ser como en las clases normales; entonces, entendí que ahora ellos debían conocer la plataforma que estábamos utilizando desde el ícono más pequeño hasta el más insignificante; también fue importante escucharlos y reconocer su voz y como lo cambia un micrófono. Otra tarea titánica del docente es descubrir que tus alumnos están aburridos, pero cómo detectar el aburrimiento si solo lo escucho y casi nunca lo veo.



Entonces fue importante afinar el sentido del oído y percibir esos cambios en su tono de voz. Luego de hacer todo eso, aunque en este párrafo quede muy corto es una labor increíble volver a integrar a tus alumnos y hacerles creer que ese es su salón, que pueden y que deben desarrollarse como siempre en el aspecto actitudinal. Que tienen derecho de reírse, que me pueden hacer una broma sobre el tema, que pueden interrumpir por un momento y que luego les recordaré que no es su turno. Fue un tiempo en el que volvimos a aprender a ser nosotros mismo de nuevo, aunque estuviéramos lejos.

Con el paso del tiempo fuimos aprendiendo a usar nuevas herramientas y a crear contenidos que ellos nunca se imaginaron crear, desde el día que subieron su primera creación en canva, genially o powtoon, se dieron cuenta que no importa tener la letra fea porque el cartel ahora era digital para su exposición; y que no tendrían miedo a las miradas porque verían fijamente su presentación y eran ellos y su tema. Se aprendió que a veces el silencio es gratificante y que los demás pueden admirar y aprender de tu conocimiento. La distancia no fue impedimento para que le aplaudiéramos a la mejor presentación, todos los micrófonos emitían aplausos y felicitaciones; yo me imaginaba la sonrisa de oreja a oreja de mis alumnos, eso hizo que los días pasaran de una forma más placentera. Imaginar a mis alumnos y sus sonrisas, saber que esta enfermedad no nos robó la felicidad que emanábamos en nuestras aulas.


Como maestra siempre he pensado que es importante hacer las cosas bien y evitar hacer muchas cosas con una calidad deficiente; entonces desarrollando esa premisa la aplique en mis clases, contenidos claros y concisos. Todas las noches pensaba qué video le puedo hacer a mis alumnos, ese tema siempre me gustó y mi sueño truncado tal vez fue aprender animación para crear videos; pero lo poco que aprendí en youtube lo apliqué en mis clases. Entendí que un video con un muñequito moviéndose y con transiciones me hacía imaginar una clase feliz. Soy enemiga de las diapositivas aburridas y de los que leen en sus clases. Siempre me gustó crear un video con ideas y desarrollar los temas. Pero por qué crear los videos si al final los niños se conectan, pero un día entendí cuando una de mis alumnas me dijo: “cuando hago el ejercicio y pongo el video siento que usted está conmigo y me esta ayudando”. Ese día comprendí que era importante hacer sentir a los alumnos que estamos con ellos y que con mi voz los voy guiando. Otra cosa que entendí es que había muchos errores en las tareas y siempre me frustraba y pensaba ¿qué estoy haciendo mal? Por unos días creí que yo no servía para dar clases, pero luego recordé un refrán popular “El que es perico donde quiera es verde”. Entonces, empecé a diseñar mis clases de otra forma y dejé los recuerdos de aquellos días en nuestros salones. Estructuré la clase según la necesidad de mis alumnos, una hora era para explicar otra para trabajar y así evitar la saturación de tareas y otra hora para poder verificar el trabajo juntos y al final de esa hora jugar un kahoot y así retroalimentar el tema.



Con los días pude ir integrando más contenidos y sabía que ellos estaban dominando los temas y logré ver cambios significativos en sus notas y en sus trabajos.



Recuerdo el día en el que quise simular una clase en la que todos se pudieran expresar, pero de una forma relajada y que se sintieran cómodos, entonces decidí grabar mi primer Flipgrid me reí tanto con ese ejercicio porque yo grabé muchas veces y me confundía y me ponía nerviosa; ese día comprendí lo que sentían mis alumnos. No crean que los alumnos por estar en casa se sienten relajados y es cero estrés al contrario los jóvenes y niños ahora más que nunca están estresados por todo y por nada y por eso como maestros nosotros desde nuestros salones virtuales debemos hacer esa hora la más feliz del día.



El arma más poderosa de un maestro es la estructura y enseñarles a sus alumnos que algunos cambios son positivos en la vida del ser humano, recuerdo haberles dichos a mis alumnos que sin el Covid-19 nosotros seguiríamos viendo una computadora como algo aburrido y sin sentido; pero que después de esto somos seres tecnológicos. Muchas veces creemos que por el tener el mejor teléfono, tablet o computadora somos seres tecnológicos y eso no es así, somos personas con aparatos novedosos, pero no somos capaces de explorar lo que cada aparato nos ofrece. Por lo cual creo que un maestro en esta época no solo debe limitarse a dar su clase y narrar el contenido; el maestro debe ser el que invite al alumno a crear y a dejar de temerle a la tecnología.



Para los maestros que no eran tan tecnológicos este fue un reto, pero son la inspiración de muchos de sus alumnos porque si sus maestros siendo mayores aprendieron a usarla como un joven o niño no es capaz de envolverse en la tecnología.

Para finalizar el relato indico que no todo es color de rosas sé que todos los maestros han trabajando mucho y que han llegado a laborar hasta 18 horas diarias con esto, pero a mi me gusta pensar que estoy cambiando el mundo desde mis aulas y que estoy aportando una solución a este problema; los maestros han aceptado esta profesión para cambiar vidas y sé que lo están haciendo.

¡Felicidades a todos los maestros!, hoy más que nunca nuestro trabajo está ayudando a crear un cambio y cuando todo este termine nuestros salones estarán llenos de risas, gritos y abrazos.


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