Rómulo Mar "Psicosis - /K/rtones

EXCLUSIVA PARA REVISTA LA FÁBRI/K/ / 11 DE DICIEMBRE 2020 


Psicosis general

- ¿Qué es preferible, atacar o que nos ataquen? -

- Atacar, soldado, atacar. Y a explicar eso vengo, precisamente. Permítame, ya voy a hablar a todos en forma pormenorizada esta situación. Siéntese. -

- Sí, mi general – Tronó los tacones, hizo el saludo y se retiró presuroso del lugar.

En la sala estaba el personal seleccionado, de todas las jerarquías, el mejor entrenado y calificado para labores de alto riesgo, en las que se debe tener capacidad de reacción rápida, tomar decisiones sin titubeos y resolver las situaciones más delicadas y apremiantes con certeza, con cerebro. Ejecutar órdenes sin que le tiemble la mano. Allí había generales de brigada, comandantes, coroneles, sargentos, capitanes, oficiales, cabos y parte de la tropa de choque. Además, cinco agentes del servicio especial de inteligencia.

La sala era amplia, alargada, con ventanales grandes que arrojaban hacia adentro cascadas de luz, aire fresco y trinar de pajarillos de un entorno extenso, delicioso a la vista: césped recién recortado, senderos de cemento, arboleda por doquier, estanques espejeantes rodeados de flores y bañados de diversas aves; un lago de cuatrocientos metros cuadrados en el que a diario navegaban tres o cuatro lanchitas con pescadores bien equipados.

Este lugar también estaba provisto de escenarios para la práctica del deporte, como el fútbol, baloncesto, ping-pong, etc. En un sector muy apartado diseñaron el polígono, donde las prácticas de tiro se hacían constantemente.

Mientras en la sala se desarrollaba la reunión urgente convocada por el alto mando del ejército, en las diferentes áreas del exterior se registraba un inusual despliegue de elementos de la institución armada.

El General colocó los papeles sobre la mesa y afianzó los lentes entre sus frías orejas y sobre su puntiaguda nariz. Despejó su garganta alta y deslizó su aguda vista por los rostros atentos de aquellos más de treinta hombres y la detuvo en dos juveniles semblantes femeninos. Luego, dirigiéndose a todos, con la firmeza que denota autoridad, con voz ronca, plana y enérgica, anunció la orden recién recibida de las más elevadas esferas:

- Damas y caballeros: se nos ha encomendado cumplir una misión que requiere valentía, coraje, amor a la nación y sesos para lograr la victoria, que es lo único que se espera. El Señor presidente de este país ha emitido la orden de atacar y ha girado instrucciones precisas sobre cómo proceder. Por lo que es necesario que ustedes, voluntariosos, astutos e inteligentes amigos, tomen nota para no descuidar algún detalle y evitar que yo tenga que hacer reiteraciones innecesarias. Al final de mi exposición podrán plantear sus interrogantes, si las hubiera. -

Movió la cabeza hacia los lados y con los brazos encogidos y manos empuñadas echó los codos y los hombros hacia atrás con fuerza para tratar de relajarse; acomodó su espeso bigote negro, sopló con la nariz y continuó, ahora, con un tono distendido y pedagógico:

- Quiero comenzar con una observación muy pertinente: el cabo Arrazola me preguntó al nomás entrar a este recinto, si es mejor atacar o esperar a que nos ataquen – marcó una breve pausa y prosiguió. – Entiéndanlo perfectamente: es mejor atacar. La mejor defensa es el ataque, dice un dicho bien conocido. Claro que en las dos opciones se corren riesgos y, acaso, habrá algunas circunstancias en las que esperar sea preferible; pero siempre van a ser decisivas las estrategias que se preparen. En el actual caso que nos ocupa, el factor sorpresa será nuestra principal carta bajo la manga. Estamos conscientes de que nos superan en varios aspectos, como en número de unidades, poseen sofisticado armamento y recursos tecnológicos. Sin embargo, damas y caballeros, nuestra estrategia nos va a convertir en triunfadores. Eso sí, dependerá de nuestra perfección. Cero errores en la ejecución del plan que ha sido concebido con el mayor cuidado. -

Reacondicionó los lentes ante sus pepitas negras y echó más energía a sus palabras.

- ¡Concéntrense en estos aspectos que voy a destacar!  ¡Este es el corazón del plan! Lo primero que haremos es destruir objetivos vitales para debilitar al enemigo. Como sabemos que esta guerra podría durar meses y, quizás, hasta más de un año, correcto es pensar que provocando su desesperación le vamos a descontrolar. Luego, asestaremos un golpe letal. -

Abrió una pausa más y la cerró de inmediato.

- ¿Cuáles son esos objetivos vitales? – Vio por encima de sus gafas y dio paso a la respuesta – Voy a enumerarlos sin establecer todavía orden de prioridades y la forma en que se va a proceder para ser destruidos: “Reventaremos la tubería de suministro de agua potable. Haremos trizas las represas. Acabaremos con todos los mercados y centros comerciales y vías de comunicación como puentes, carreteras, puertos y aeropuertos. Atacaremos centros de información y comunicaciones y bases castrenses. Botaremos las torres del tendido eléctrico y las diversas fuentes que proveen energía. Pulverizaremos centros financieros, incluyendo instituciones bancarias. Causaremos bloqueo de todos los celulares y demás aparatos de comunicación. Destruiremos emisoras de radio y televisión locales, plantas de la prensa, servicios de televisión por cable e internet. Sacaremos a todos los enfermos de los hospitales y derribaremos esos edificios. Recuerden que cualquier disuasivo nos conviene. Mientras más duro, más efectivo. Explotaremos empresas de gas y gasoductos. Marchitaremos los cultivos que son el alimento básico. Levantaremos sonidos agudísimos en puntos estratégicos. Por medio de satélite, activaremos miles de alarmas instaladas en todas las ciudades. Soltaremos ratas, serpientes y arañas en todas partes. Inutilizaremos los mecanismos de vuelo de sus naves aéreas. A los perros, gatos, cerdos, vacas y caballos les lanzaremos alimento con alucinógenos potentísimos. Haremos caer lluvias torrenciales con explosiones en las nubes. Cubriremos el sol para tener noches prolongadísimas. Y, proyectaremos, electrónicamente, figuras y sombras de nuestros soldados sobre los techos de las casas, y en calles y avenidas en penumbras, para aumentar la confusión y simular la multiplicación de nuestros efectivos.” -

Luego de tan enérgica y categórica forma de expresarse, se tomó una pausa para respirar con mayor soltura y continuó.

- Todo esto lo haremos en una acción conjunta relámpago. El objetivo fundamental es provocar un caos monstruoso que distraiga al gobierno y a las fuerzas de combate para meter el cuchillo caliente en la margarina con ataques por aire, mar y tierra, disparando al enemigo con gran contundencia. –

En ese momento irrumpieron en la sala cinco militares de alto rango, violentando la concentración colectiva, y pasaron hasta el frente. El que encabezaba al quinteto de uniformados saludó con supremo respeto al General que estaba en el uso de la palabra y le transmitió en voz clara y fuerte un importante mensaje: 

- Mi General, soy el Mayor Espinoza. Le ruego a usted me disculpe por interrumpir su alocución. Pero es necesario. Vengo directamente del cuartel general a donde ha acudido personalmente el Excelentísimo Señor presidente de la República. Llegó para comunicarnos las órdenes de que brindemos todos los cuidados y consideraciones a usted y que sea prioridad uno protegerlo porque es elemento clave para el éxito de la presente campaña militar. Nos indicó que lo escoltemos en estos precisos instantes a un lugar secreto desde donde podrá continuar dirigiendo la operación, sin poner en riesgo su integridad física. Así que le pedimos que nos acompañe de inmediato. También debe enterarse usted, que se ha detectado agentes encubiertos de contraespionaje que nos espían, lo que eleva el peligro que corre usted. -

- Bueno, pero, ¿quién va a presentar lo último de estas capitales instrucciones? -

- No se preocupe; el Comandante Negreros conoce al dedillo el plan. Él se va a hacer cargo. -

Convencido el General, descendió del estrado y cuatro hombres corpulentos le escoltaron. 

Cuando a la sala volvió la calma, el Comandante Negreros, en tono suave, la inundó con su voz cavernosa para transportar este manojo de vocablos:

- Damas y caballeros, hagan el favor de volver a sus actividades rutinarias, antes de que sospechemos que ustedes están en las mismas condiciones mentales del General. Él eludió esta mañana la seguridad del psiquiátrico y armó este relajo. -

Los asistentes se levantaron rápidamente comentando disparates sobre el incidente y comenzaron a abandonar el recinto. Ya no alcanzaron a escuchar las últimas palabras del comandante, quien dijo:

- Yo también debo volver al nosocomio lo antes posible antes de que me vengan a traer con abrazos y besitos.

Caminó hecho bala y al llegar a la puerta se detuvo a leer el rótulo que de ella pendía; hizo una mueca y, enseguida, con una mano lo empujó de una esquina y lo dejó moviéndose de un lado a otro. El rótulo decía “Sala de Reuniones del Psiquiátrico Militar Nacional”.

Fin.

Rómulo Mar
Ciudad de Guatemala, 60 años.

Nació en Chiquimula. Maestro y Locutor Profesional graduado en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Fundador y conductor del canal «Letras en Directo» y del periódico impreso «El Revisor». En 2018, por acuerdo municipal del ayuntamiento de Chiquimula, fue declarado "Valor Cultural del departamento de Chiquimula". 8 libros publicados: Dos de poesía, una novela, un diario literario y cuatro de cuentos.



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